El carnaval es una de las
expresiones populares más antiguas, y según el contexto histórico político del
país su celebración fue tomando distintas formas: fue la fiesta de los sectores
plebeyos en el siglo XIX, y en la primera mitad del siglo XX, se caracterizó
por ser una semana de bailes, orquestas, comparsas, disfraces y máscaras en las
calles, cines y clubes de todo el país.
En los años de la dictadura
cívico-militar, las diversas expresiones del carnaval fueron prohibidas y
perseguidas por el terrorismo de Estado. Pese a la violencia y censura estatal
de esos años, los carnavales resistieron. Será con la recuperación de la
democracia, en 1983, que los carnavales, los/as murgueros/as y los cuerpos
recuperaron la libertad para poder expresarse y exponer de diversas formas su
mirada crítica sobre la realidad.
En 2010, el gobierno de
Cristina Fernández de Kirchner decretó la restitución de los feriados de
carnaval en nuestro país, volviendo a reconocer y poner en valor, desde el
Estado, estas expresiones y celebraciones de nuestra cultura popular.
En la actualidad los
carnavales se celebran en distintas regiones y ciudades de Argentina. Las
calles y clubes de los barrios se transforman en lugares de encuentro, fiesta y
baile. Bombos, platillos y redoblantes. Zurdos, tambores, sikus y trompetas
suenan y le dan ritmo a la celebración. Espuma, harina y papel picado…Recitados
y canciones denuncian con humor la actualidad.
No hay un sólo Carnaval en
Argentina, sino muchos. Cada una de las regiones del país lo celebra de
diferentes maneras: los hay masivos con carrozas, espectáculos de percusión y
comparsas que desfilan por un corsódromo; están los barriales de murgas,
cabezudos, estandartes y escenarios en calles, clubes y plazas; y también
aquellos en los que las comparsas recorren casas y calles, donde se encuentran
y mezclan el público y los artistas en una celebración popular. Celebramos esa
diversidad con propuestas en distintos puntos del país.